EL PREFACIO DE MIS PASOS


EL PREFACIO DE MIS PASOS


Mis últimos capítulos se han desvanecido
en un oscuro sueño,
como si fueran una manifestación
sin principios ni ritual
o una condición inabordable de ideas.
Ahí está mi cerebro,
recogiendo la cálida semilla
de un faro pretencioso
De una nube cristalina
danzando en mi recámara,
construyendo el contenido
de una manifestación piadosa
¡Ay! de estas palabras si llegan a existir
en una sepultura sin fecha ni discursos
¡Ay! de mi espíritu
desconocido para mi cuerpo,
sin alas ni formas concluyentes.
En el papel azul de la metafísica
voy escribiendo el óbolo
de una voz inesperada
La imagen de mi memoria
respirando su último deseo,
prolongado en mi frente.
Son mis pasos detenidos
por la sombra de un arpa
tragándose un continente.
Mis razones, un imperio frondoso.
Si ellas son las culpables
de esta filosofía decadente
lastimando mi orgullo.
Estos pasos son las inéditas torres
que caen en un delirio
apartándome del agua que bebo.
Pero aquí estoy,
en pleno siglo demagógico
restaurando lo que jamás he logrado
o lo que nunca existió
en mi lecho de miseria,
amparado en un carrusel
de lunas hambrientas.
Cuánta sangre ha caído
de esta boca descalza,
sin una estrofa aparente.
Los pasos de la muerte
que también son los míos,
se aproximan para teñir mi pelo
arrugando mi rostro
envejeciendo cada una de mis células
lastimando todas mis posibles narraciones.
Mi espíritu camina retornando a su origen
a la metempsicosis de todas las almas
¡Perdón! creo que se ha caído
una oreja de mi tálamo,
y una flota de sílabas vienen a buscarme
para borrar mis pasos.
Una extraña longitud de utopías
vienen arropadas de pájaros clamorosos.
¡Ay! de mis ventanas cerradas
¿Qué haré si las rompe
el aroma de los lirios?
y lloran en mi puerta
los versos que jamás escribiré
en mí única heroicidad candente
¿Qué haré si un tren de musas
me persigue hasta el infierno?
quebrando el corazón de mi timidez
y si no sobrevive el rumor de mis pasos,
de mis guerras turbulentas
de mi consistente clamor.
No importa si perecen
las viejas gaviotas de mis sentidos.
Serán las hadas de una canción
las que recogerán estos himnos
delirantes e imperfectos.
Los pescadores rescataron del verano
el último lamento de mis ojos,
pero mis pasos, pero mi nombre
y mis suspiros
jamás pudieron encontrar.
¡Oh mis pasos!..
Lo digo ocultando mis lágrimas
en un sobre de astros pequeños,
en los labios de una roca
tímida de expansiones.
Sí, lloré ese día,
cuando retiré mi harapienta grandeza
de la ruda tinta y de la psicología
que atrapó a los poetas
que inventaron nuevas rutas.
Y continuaré delirante, esquizofrénico
maltratado por el sabor de la rutina
hasta que la lluvia me inunde
o vuele de mis ojos otra mariposa.
Por que son mis pasos
la armadura de Allan Poe
y de sus caballos blancos
que rompen el cielo.
Con ellos podría inclinar
el eje de la tierra
y hundir un barco en mi sombra.
Renovar de un calendario,
las cuatro estaciones
desvanecidas en la muerte.
Es la más pura realidad
de un proverbio
incrustado en mi psiquis.
Ya es tarde para cruzar el puente
de una rosa abandonada en mi aliento.
De tantos lazarillos derramando
el néctar de mi nombre.
Ahora nada más queda
que la silla del silencio
busque nuevas regiones.
¡Oh!, mis pasos,
en qué viaje se desnudaron
ahora que los lirios cantaron
sobre un puñal
clavado en mi pecho,
sin espanto ni historia
que me puedan resucitar
de esta bandera inmóvil
¡Oh! mis pasos,
dónde irán ahora que ha muerto
el espejo de mi sombra.


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